Según
los últimos estudios, cada español suele emitir hasta 500 kilos de CO2 durante
las Navidades, lo que supondría casi el 6% del dióxido de carbono que emitimos
al año. Pero estos datos, preocupantes y desorbitados, pueden cambiar si
decidimos ponerle remedio.
Existen
fórmulas para limitar la contaminación, incluso algunas de ellas podrían llegar
a forma parte de nuestros hábitos navideños, como la compra y envío de
“e-cards”. Aquí os proponemos algunas facetas en las que podemos ayudar al
mundo a ser un poco más limpio.
Iluminación.
Suponen casi un tercio de las emisiones en Navidad. Este es el peor caso, ya
que parece difícil aceptar que la luz, elemento fielmente unido al concepto
“Navidad” tanto como los propios regalos, la familia o la nieve, pueda verse
alterado por causas ecológicas
Es
dicho que la luz exterior, la que alumbra las calles, es la que más contamina,
pero suele justificarse su exposición desmedida debido a que promueven la
compra entre la sociedad.
La
crisis ha obligado a los ayuntamientos de toda España a recortar en gran medida
los presupuestos para iluminación, a través de la supresión de bombillas o
su reemplazo por apliques LED, más eficientes y duraderos. Ya
el año pasado, el gasto en se redujo a prácticamente la mitad.
Un
informe del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la
Energía recomendaba que el alumbrado navideño tuviera lugar del 15 de
diciembre al 6 de enero y en horario limitado. El año pasado, Madrid encendió las luces el 25 de noviembre y
brillarán, en total, 232 horas de luz durante 44 noches. La media española está
en 197 horas de luz, según el estudio que desde hace unos años realiza Adeces, cuya
recomendación es de 135 horas y una semana de antelación en el encendido.
Alimentación.
La comida en
Navidad sólo supone un 4% de nuestras emisiones individuales. Aún así, es
posible cuidar el medio ambiente seleccionando alimentos locales y que no estén
amenazados. Aunque la carne conlleva
unas emisiones 9 veces mayores que el pescado, quizá este sea un buen momento para gastar un poco más de
dinero y adquirir carne de procedencia ecológica.
Entre
las especies en peligro están algunos clásicos de la cena de Nochevieja como
el langostino, el besugo, el pez espada o el rodaballo, aunque
se admite como sostenible un buen rodaballo gallego de crianza, especialmente
al horno o con almejas.
Entre
las opciones más ecológicas para consumir están los berberechos, el marisco de concha (almejas,
mejillones, percebes, navajas u ostras), el centollo o la nécora. Entre los pescados se recomienda la
sardina, la trucha arcoíris o el bacalao de Islandia, cuya pesca está más
controlada, al contrario que el bacalao del norte o el que procede del Báltico.
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