miércoles, 12 de junio de 2013

La feliz realidad de la energía solar fotovoltaica



El crecimiento y el auge de las nuevas formas de energía limpias están convirtiéndose en un esperanzador comienzo para rediseñar y mejorar nuestro mundo.

Al menos, eso parecen creer en Tokelau, una pequeña nación insular de Oceanía, donde, desde 2012 y según la información de la revista REVE, han iniciado una “revolución solar” que debiera servir como punto de partida para el resto del mundo.

Allí, en Tokelau, más de 4,000 módulos solares suministran energía a toda la población, y todo ello gracias a la financiación de Nueva Zelanda, pero también a la enorme disposición de una población que vio como su frágil ecosistema se ponía en riesgo y como el coste del petróleo dinamitaba la demanda de carburante en el país.

Se augura un futuro esperanzador. En general, la energía solar fotovoltaica es considerada como una fiel aliada del medio ambiente, se produce a nivel local y además, se alimenta de la luz solar, fuente inagotable, gratuita y que está disponible en todas las partes del planeta. Según la Agencia Federal del Medio Ambiente de Alemania, la energía solar fotovoltaica es una “tecnología muy respetuosa del medio ambiente”, ya que durante la fase de su operación, no se generan emisiones nocivas.

Ya en Europa, Alemania es actualmente el productor y consumidor de energía solar más grande del mundo. Le siguen España e Italia, que además disponen de una mayor nutrición energética gracias a su enorme exposición solar. A gran escala, China, EE.UU., Japón y Australia también están construyendo centrales solares de alta capacidad. Y los pronósticos son prometedores.

Armin Aberle, catedrático y Director del Instituto de Investigación de Energía Solar en Singapur le augura un futuro dorado a la energía solar a nivel mundial: “En los próximos años, la electricidad solar será tan económica que los países con altos costos de energía distribuirán el equipo a las casas aptas para que generen su propia electricidad solar. Y eso por razones puramente económicas. La energía solar ayudará a la población a ahorrar dinero y al mismo tiempo, se le hará un bien al medio ambiente”.

Para el Estado insular Tokelau, el haber invertido en energía solar también significa que al final de la vida útil de la central eléctrica solar dentro de tres décadas, se habrán ahorrado las emisiones de aproximadamente 12.000 toneladas de CO2. Y esto sí supone una perspectiva soleada para el medio ambiente.

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